Hablando de su primera Piedad, la que se encuentra en la basílica de San Pedro del Vaticano, se me olvidó comentaros una anécdota que contaba el primer biografo de Miguel Ángel, Giorgio Vasari:
Parece ser que una vez concluida y entregada la obra Miguel Ángel gustaba de acercarse muchos días a contemplarla y, mezclado con los observadores reunidos, escuchar las críticas y alabanzas que se hacían sobre la obra.
Se cuenta que en una ocasión, dos comerciantes milaneses se encontraban extasiados contemplado la magna obra mientras Miguel Ángel seguía atentamente su conversación. En un momento en concreto, uno de ellos le preguntó al otro:
- ¿Y quién es el autor de tanta belleza?
A lo que el otro contestó.
- Querido amigo, no conozco el nombre, pero se comenta que ha sido realizada por manos milanesas.
A Miguel Ángel, que era florentino, le supo el comentario a rayos. Lejos de desdecir las palabras de los dos comerciantes, salió del templo, esperó la llegada de la noche, y aprovechando la oscuridad se coló en la basílica vacía, se acercó a su Piedad, y cincel en mano grabó en el cinto de la virgen una frase que quedaría para la posteridad.
Y yo os pregunto:
¿Qué dejó grabado Miguel Ángel en el cinto?
Os dejo unas imágenes de esta bella obra.

Y ya que estamos investigando. ¿Por qué la Virgen María es tan jovén? Debería ser casi una anciana comparada con su hijo, pero en la escultura parece casi una adolescente.
¡Ánimo investigadores artísticos!
Jesús Lacoma.